La contaminación no solo está asociada a un mayor riesgo de sufrir infartos, problemas respiratorios o desarrollar tumores. Determinados compuestos químicos sintéticos muy presentes en el medio ambiente y la vida cotidiana (asociados a pesticidas e insecticidas, pero también a perfumes, plásticos o cosméticos) predisponen a la obesidad, según un número creciente de estudios. Así lo ha puesto de manifiesto recientemente el Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), que agrupa a 24 grupos españoles de investigación líderes en obesidad.
Algunos de estos contaminantes ambientales son sustancias que se hacen pasar por hormonas (actúan como disruptores endocrinos, según la jerga científica), confunden al organismo y desatan desarreglos metabólicos que modifican los procesos de acumulación de grasa en el cuerpo.
Mientras el interés estaba centrado en la relación entre la contaminación (principalmente la atmosférica) y las principales causas de mortalidad en las sociedades desarrolladas (los procesos oncológicos y cardiovasculares), apenas se prestó atención a la vinculación de otros tóxicos con el sobrepeso. Pero la obesidad es ya una epidemia, como destaca Javier Salvador, investigador del CIBERobn: “Hemos pasado de un 12% de prevalencia en España a entre el 23% y el 28%”. Y el estudio de las causas del sobrepeso “está cada vez más de moda”, afirma Salvador, que también es presidente de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Por ello, el foco se está abriendo para entender cuál es el papel de estos agentes contaminantes de uso común tanto en este problema como en la diabetes tipo 2.
Las sustancias tóxicas alteran el metabolismo y confunden al cuerpo
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