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 Kofi Annan, ex  secretario general de la ONU y Premio Nobel de la Paz, ha sido designado enviado  especial conjunto de Ban Ki-Mon y de Nabil  ElArabi para negociar una solución pacifica de la crisis siria. Cuenta  para ello con excepcional experiencia y con una imagen muy positiva, así que  todos han saludado su nominación.
 ¿Qué representa este alto funcionario internacional? ¿Quién lo aupó hasta las  más altas funciones? ¿Qué decisiones políticas tomó y qué compromisos asume  actualmente? La discreción parece ser la única respuesta a todas esas preguntas,  como si el cargo que desempeñó en el pasado constituyese una prueba de  neutralidad.
 Escogido y educado por la Fundación Ford y la CIA
 Los ex colaboradores de Kofi Annan ponderan su amabilidad, su inteligencia y  su sutileza. Dotado de una personalidad altamente carismática, su paso dejó una  profunda huella ya que no se comportó como un simple «secretario» de la  ONU sino más bien como el «general» de las Naciones Unidas, tomando  iniciativas que dieron nueva vida a una organización empantanada en la  burocracia. Todo eso se sabe y se ha repetido hasta la saciedad. Sus  excepcionales cualidades profesionales le valieron el Premio Nóbel de la Paz, a  pesar de que ese honor teóricamente debería recompensar un compromiso político  personal, no una carrera de administrador.
 Kofi y su hermana gemela Efua Atta nacieron el 8 de abril de 1938 en el seno  de una familia aristocrática de la Costa de Oro del golfo de Guinea. Su padre  era el jefe tribal de la etnia fante y gobernador electo de la provincia de  Ashanti. A pesar de ser contrario a la dominación británica, fue un fiel  servidor de la Corona. Participó, junto a otros notables, en el primer  movimiento de descolonización, pero vio con inquietud y sospecha la agitación  revolucionaria de Kwame  Nkrumah.
 En todo caso, los esfuerzos de Nkrumah condujeron a la independencia del  país, bajo el nombre de Ghana, en 1957. Kofi tenía entonces 19 años. A pesar de  no haber participado en la revolución, se convirtió en vicepresidente de la  nueva asociación estudiantil nacional. Fue entonces cuando un reclutador de la  Fundación Ford  se fijó en él y lo incorporó a un programa de «líderes jóvenes». Ya en  dicho programa, el joven Kofi fue invitado a un curso de verano en la  universidad de Harvard (ver  similitudes históricas con el padre kenyano del actual presidente Barack  Obama). Después de comprobar su entusiasmo por Estados Unidos, la Fundación  Ford le propuso una formación completa, primeramente como estudiante de Economía  en el Macalester College de Minnesota y más tarde estudiando Relaciones  Internacionales en el Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales de  Ginebra (IHEID).
 Al término de la Segunda Guerra Mundial, la Fundación Ford, creada por el  célebre industrial estadounidense Henry Ford, se convirtió en un instrumento no  oficial de la política exterior de Estados Unidos, ofreciendo una pantalla  respetable a las actividades de la CIA [1].
 La vida de estudiante de Kofi Annan del otro lado del Atlántico (de 1959 a  1961) coincide con los momentos más difíciles de la lucha por los derechos  civiles de los negros estadounidenses (el comienzo de la campaña de Martin Luther King en Birmingham). Asistió entonces, en Estados  Unidos, a una especie de prolongación del proceso de descolonización que ya  había conocido en Ghana, pero tampoco participó.
 Satisfechos de sus resultados académicos y de su discreción en el plano  político, sus mentores estadounidenses le abrieron las puertas de la  Organización Mundial de la Salud, donde encontró su primer empleo. Después de 3  años de trabajo en la sede de Ginebra, pasó a formar parte de la Comisión  Económica para África, con sede en Addis Abeba. Pero no contaba con suficientes  diplomas como para poder aspirar a hacer carrera en la dirección de la ONU, así  que regresó a Estados Unidos para estudiar administración en el Massachusetts  Institute of Technology (MIT) (de 1971 a 1972). Trató de regresar a su país  natal como director de Desarrollo Turístico pero, al verse continuamente en  conflicto con el gobierno militar del general Acheampong, regresó a la ONU en  1976.
 Una carrera brillante, con trágicos fracasos 
 En la ONU ocupó diversas funciones, primeramente en el seno de la UNEF II (la  fuerza de interposición entre Israel y Egipto creada después de la guerra de  octubre de 1973) y más tarde como director de personal de la Oficina del Alto  Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR en inglés, en  castellano es ACNUR sus siglas). Conoce entonces a la abogada Nane Lagergren y  se casa con ella en segundas nupcias. Esta abogada sueca es la sobrina de Raoul  Wallenberg, representante oficial de Suecia en Hungría durante la Segunda Guerra  Mundial, célebre por haber salvado a cientos de judíos perseguidos mediante la  entrega de pasaportes. Wallenberg trabajaba también para la OSS (la  antecesora de la CIA) como agente de enlace de Estados Unidos con la  resistencia húngara. Desapareció al final de la guerra y se dice que los  soviéticos lo hicieron prisionero para acabar con la influencia estadounidense  en Hungría. En todo caso, la feliz unión con la sobrina de Wallenberg abrió a  Kofi Annan una serie de puertas que no lograba pasar, esencialmente las de las  organizaciones judías.
 El secretario general de la ONU Javier  Pérez de Cuellar nombró a Kofi Annan asistente a cargo de los recursos  humanitarios y responsable de la seguridad del personal de la ONU (de 1987 a  1990). Cuando Irak decide la anexión de Kuwait, 900 empleados de la ONU se ven  atrapados en aquel país. Kofi Annan logra negociar con Sadam Husein la salida  del personal de la ONU, lo cual le proporciona prestigio en el seno de la  organización. Se encargará después del presupuesto de la ONU (de 1990 a 1922) y,  ya bajo el mandato de Butros  Butros-Ghali, de las operaciones de paz (de 1993 a 1996), con un breve  paréntesis como enviado especial para Yugoslavia.
 Según el general canadiense Romeo Dallaire, comandante de los cascos azules  en Ruanda, Kofi Annan no reaccionó ante sus numerosos avisos y demandas y sería,  por lo tanto, el  principal responsable de la inacción de la ONU durante el genocidio (cuyo  balance se calcula en 800,000 muertos, esencialmente miembros de la etnia tutsi,  entre los que también se cuentan opositores pertenecientes a la etnia hutu) [2].
 Un escenario prácticamente idéntico se reprodujo en Bosnia, donde las fuerzas  bosnio-serbias tomaron como rehenes a 400 soldados de la ONU. Kofi Annan no  respondió entonces a los llamados del general Bernard Janvier y permitió así la  ejecución de masacres que ya eran previsibles.
 A finales de 1996, Estados Unidos se opuso a la reelección del francófilo  egipcio Butros Butros-Ghali como secretario general de la ONU. Washington logró  entonces imponer su propio candidato: Kofi Annan, un alto funcionario  internacional proveniente de la misma ONU. En vez de obstaculizar su nominación,  los fracasos de Kofi Annan en Ruanda y Bosnia se convirtieron en cartas de  triunfo cuando el candidato los confesó cándidamente y prometió reformar el  sistema para que no volvieran a producirse en el futuro. Kofi Annan fue electo  bajo esa premisa y asumió el cargo de secretario general el 1º de enero de  1997.
  
  - El Centro de  Conferencias de Pocantico
 
 Secretario General de la ONU 
 Kofi Annan organizó inmediatamente un seminario anual de 2 días, a puertas  cerradas, para unos 15 embajadores ante la ONU. Este «retiro» (sic) cuenta con  la generosa acogida del Rockefeller Brothers Fund en el Centro de Conferencias de  Pocantico (al norte de Nueva York). En ese lugar, fuera del marco de la ONU, el  secretario general conversa sobre la reforma de la organización y las relaciones  internacionales con los representantes de los países que lo respaldan.
 En ese contexto, Kofi Annan redistribuye los gastos de la ONU en función de  las prioridades políticas y reduce significativamente el presupuesto de la  secretaría general. Reorganiza el funcionamiento administrativo alrededor de 4  objetivos (paz y seguridad, desarrollo, asuntos económicos y sociales, asuntos  humanitarios). Crea un puesto de secretario general adjunto, cuyo ocupante podrá  sustituir al secretario general, y se dota de un verdadero gabinete capaz de  aplicar rápidamente las decisiones del Consejo de Seguridad y de la Asamblea  General.
 La gran iniciativa de Kofi Annam fue el Global  Compact, una movilización de la sociedad civil por un mundo mejor.  Basándose en un diálogo voluntario, empresas, sindicatos y ONGs debatieron y se  comprometieron a actuar a favor del respeto de los derechos humanos, del respeto  de las normas laborales y del medio ambiente.
 En la práctica, el Global Compact no dio los resultados esperados en  el terreno. Por el contrario, desvirtuó profundamente el papel de la ONU al  relativizar el poder de los Estados-Naciones y al reconocer el de  transnacionales y asociaciones que de «no gubernamentales» no tienen más que el  nombre y que reciben por debajo de la mesa jugosas subvenciones de las grandes  potencias. Al convertir a los grupos de influencia en socios de los  Estados-Naciones, Kofi Annan enterró el espíritu de la Carta de San Francisco. Ya no se trata de proteger a la  humanidad de ese mal que es la guerra reconociendo la igualdad de derechos de  los Estados grandes o pequeños, sino de mejorar la condición humana favoreciendo  la convergencia entre intereses privados. El Global Compact es el paso de  una lógica casi unánimemente aceptada según la cual el Derecho Internacional  está al servicio del Bien Común a una lógica que sólo defienden los anglosajones  y que ve el Bien Común como una quimera mientras que la Buena Gobernanza  consiste captar la mayor cantidad de intereses particulares. En definitiva, el  Global Compact tuvo el mismo efecto que las galas con fines caritativos  que se organizan en Estados Unidos: tranquilizar la conciencia con unos cuantos  programas altamente publicitados a través de los medios de comunicación para  mantener las injusticias de carácter estructural.
 En ese sentido, los mandatos de Kofi Annan (de 1997 a 2006) reflejan la  realidad del periodo histórico, la realidad de un mundo unipolar condenado a la  globalización de la hegemonía estadounidense en detrimento de los  Estados-Naciones y de los pueblos que estos representan.
 Esta estrategia sigue los pasos del dispositivo que Washington estableció en  los años 1980 con la National  Endowment for Democracy, agencia que –contrariamente a lo que indica su  nombre– sirve de pantalla a la acción subversiva de la CIA mediante la  manipulación de los procesos democráticos [3]. La NED subvenciona, de forma legal o ilegal,  organizaciones patronales, sindicatos obreros y asociaciones de todo tipo. A  cambio de ello, los subvencionados participan en el Global Compact y  atenúan así las posiciones de los Estados-Naciones que no pueden financiar sus  propios grupos de influencia. La Paz deja de ser una preocupación para la ONU ya  que el mundo unipolar cuenta con su propio gendarme: Estados Unidos. Así que la  ONU se dedica más bien a absorber todas las formas de protesta para dar más  validez al desorden mundial y a la globalización progresiva de la hegemonía  estadounidense.
 El discurso adormecedor de Kofi Annan alcanzó su punto culminante en la  Cumbre del Milenio. 147 jefes de Estado y de gobierno se comprometieron entonces  a erradicar la pobreza y a resolver los principales problemas de salud del  mundo, como el sida, en un plazo de 15 años. La dicha universal no exigía, al  parecer, reformas políticas sino tan sólo que cada cual pusiese un poco de su  parte depositando su limosna. ¿Cómo fue que no lo pensamos antes? Pero los  Objetivos del Milenio no pasaron de ser un piadoso deseo mientras que se  mantienen las injusticias, que a su vez siguen provocando guerras y miseria.
 Siguiendo la misma línea, en su discurso del 20 de septiembre de 1999 ante la  Asamblea General, el secretario general Kofi Annan expuso lo que se ha dado en  llamar la «doctrina Annan». Utilizando como argumento su propia  impotencia en Ruanda y en Bosnia, afirma entonces que, en esos casos, los  Estados no cumplieron con su deber de proteger a sus pueblos. Y concluye que la  soberanía de los Estados, principio rector de la Carta de la ONU, constituye un  obstáculo para los derechos humanos. La Unión Africana adoptará esa visión bajo  la denominación de «Responsabilidad de proteger», cosa que también hará  la ONU en 2005, en ocasión de la Cumbre Mundial de Seguimiento de la Cumbre del  Milenio. La doctrina Annan no es otra cosa que una expresión del derecho de  injerencia ya invocado por los británicos para guerrear contra el Imperio  Otomano y más recientemente actualizado por Bernard  Kouchner. El concepto renovado se utilizará explícitamente por primera vez,  en 2011, para legalizar la operación colonial contra Libia [4].
 Los mandatos de Kofi Annan se caracterizaron además por el programa «Petróleo por  alimentos», creado en 1991 por el Consejo de Seguridad pero efectivo  solamente desde 1996 hasta 2003. Al principio se trataba de garantizar que los  ingresos iraquíes provenientes del petróleo se utilizaran única y exclusivamente  para satisfacer las necesidades de los iraquíes y no en el financiamiento de  nuevas aventuras militares. Sin embargo, en el contexto del embargo  internacional y bajo la supervisión personal de Kofi Annan, el programa se  convirtió en un instrumento de Estados Unidos y del Reino Unido para desangrar a  Irak mientras que ambas potencias ocupaban la «zona de exclusión aérea»  (que corresponde aproximadamente al área del actual Kurdistán autónomo) hasta el  momento del desencadenamiento de la agresión contra Irak y la posterior  destrucción de ese país [5]. Varios altos funcionarios internacionales que  estuvieron a cargo de aquel programa lo calificaron de «crimen de guerra»  e incluso dimitieron después de negarse a aplicarlo. Dos de ellos, el secretario  general adjunto Hans von Sponeck y el coordinador especial Denis Halliday,  estimaron que aquel programa fue un genocidio que costó la vida a un millón y  medio de iraquíes, entre ellos medio millón de niños [6]. Washington respondió brutalmente con una gran  operación de espionaje contra Kofi Annan, sus colaboradores, su familia e  incluso contra sus amigos. El hijo del secretario general, Kojo Annan, fue  acusado de haber desviado fondos del programa «Petróleo por alimentos» con la  complicidad de su padre. La acusación no llegó a convencer a los Estados  miembros de la ONU y, por el contrario, fortaleció la autoridad del secretario  general [7]. Sin embargo, durante los dos últimos años de su  mandato, las potencias paralizaron a Kofi Annan y lo obligaron a bajar la  cabeza.
 Regreso al punto de partida
 Después de 10 años de trabajo como secretario general de la ONU, Kofi Anna  prosiguió su carrera en varias fundaciones más o menos privadas.
 En diciembre de 2007, las elecciones en Kenya degeneran en un conflicto. El  presidente Mwai Kibaki parece haber derrotado al candidato financiado por  Washington, Raila Odinga, supuestamente primo del entonces senador Barack  Obama. El senador estadounidense John McCain pone en duda los resultados de las  elecciones y llama a la revolución mientras que oleadas de SMS anónimos  exacerban las divergencias entre las diferentes etnias. En pocos días, los  motines dejan más de 1,000 muertos y 300,000 desplazados. Madeleine  Albright propone la mediación del Oslo Center for Peace and Human Rights.  Este instituto envía dos mediadores: el ex primer ministro noruego Kjell Magne  Bondevik y el ex secretario general de la ONU Kofi Annan, miembros ambos del  consejo de administración del Centro.
 Como resultado de aquella «mediación», el presidente Kibaki fue  obligado a plegarse a la voluntad de Estados Unidos. Pudo mantenerse en el  cargo, pero tuvo que aceptar una reforma constitucional que lo priva de sus  anteriores poderes, que pasan a manos del primer ministro, y tuvo que aceptar  además nombrar primer ministro a… Raila Odinga. En su papel de viejo sabio  africano. Kofi Annan contribuyó a dar un barniz de legalidad a un cambio de  régimen impuesto por Washington [8].
 Kofi Annan ejerce actualmente dos responsabilidades esenciales. En primer  lugar, preside el Africa Progress Panel, organización creada por Tony  Blair después de la cumbre del G8 organizada en Gleeneagles y cuyo objetivo  es garantizar la cobertura mediática de las acciones del ministerio británico de  Cooperación (DFID). Por desgracia, al igual que las de la Cumbre del Milenio,  las promesas del G8 no se han concretado y la actividad del Africa Progress  Panel es ínfima.
 También ocupa la presidencia de la Alianza para una Revolución Verde en  África (AGRA, siglas en inglés), que se plantea resolver el problema del  hambre en el continente negro a través de la biotecnología. En realidad, el AGRA  es un grupo de influencia financiado por la Fundación Bill Gates y la Fundación  Rockefeller para favorecer la difusión de los OGM que producen los grupos Monsanto,  DuPont, Dow y Syngenta, entre otros. La mayoría de los expertos que no dependen  de esas transnacionales concuerdan en señalar que, más allá de la cuestión de  sus consecuencias para el medio ambiente, el uso de OGM que no se reproducen  sume a los campesinos en una posición de dependencia de sus proveedores e  instaura una nueva forma de explotación del hombre.
 Kofi Annan en Siria
 ¿Qué viene a hacer en Siria este ex alto funcionario internacional? Su  designación indica, en primer lugar, que el actual secretario general de la ONU  Ban Ki Moon, cuya imagen se ha visto empañada por su sumisión a Estados Unidos  así como por constantes casos de corrupción [9], no podía desempeñar su papel, mientras que Kofi  Annan cuenta, a pesar de su balance, con una imagen positiva.
 En segundo lugar, un mediador sólo tiene posibilidades de éxito en la medida  en que lo seleccionan las partes en conflicto. Pero no este el caso. Kofi Annan  representa al secretario general de la ONU y al secretario general de la Liga  Árabe. Defiende el honor y la reputación de ambas instituciones sin tener  instrucción política precisa.
 Si la designación del señor Annan fue aprobada de facto por los  miembros del Consejo de Seguridad de la ONU y los de la Liga Árabe, es porque  satisface expectativas contradictorias. Unos estiman que el enviado especial  conjunto no tiene que buscar la paz sino arropar una paz ya negociada entre  grandes potencias para que todos puedan mantener la frente en alto. Otros  piensan que puede, por el contrario, repetir el guión kenyano y obtener un  cambio de régimen sin más violencia.
 Durante las últimas tres semanas, la acción de Kofi Annan ha consistido en  presentar como su propio plan una versión corregida del plan ya había elaborado  el ministro ruso de Relaciones Exteriores Serguei Lavrov. De esa manera, Annan  hace que ese plan presente una apariencia aceptable para Washington y sus  aliados. El señor Annan introduce por demás, de forma voluntaria, un elemento de  confusión al sugerir que convenció al presidente al-Assad para que designara a  uno de sus vicepresidentes, Faruk al-Shara, para negociar con la oposición. Esto  se presenta como una concesión siria al Consejo de Cooperación del Golfo. La  realidad es muy diferente. Hace un año que el vicepresidente al-Shara está a  cargo de esas negociaciones y la exigencia de Arabia Saudita y Qatar es  totalmente diferente. Estos países pretenden que el presidente al-Assad renuncie  a su cargo, por ser alauita, y que el poder pase al mencionado vicepresidente,  por ser sunnita. Parece, por lo tanto, que el enviado especial conjunto está  inventando una puerta de escape para los Estados que agredieron a Siria y que  inventaron el cuento de la supuesta revolución democrática ahogada en  sangre.
 Sin embargo, el doble lenguaje de Kofi Annan, que cuando está en Damasco se  declara satisfecho de su entrevista con el presidente al-Assad y se dice  decepcionado cuando está en Ginebra, no ha disipado las interrogantes sobre sus  verdaderas intenciones.